Como cada año, el brillo de los festejos, las luces de las ciudades, los reflejos de la "felicidad" y la transparencia de las emociones, nos harán pronunciar deseos infinitos de felicidad...
Desde aquí he preparado una chuleta para ver si este año rozamos el aprobado de esta asignatura pendiente:
"Sólo hay una fuerza motriz: el deseo". Aristóteles
Este tema me toca muy de cerca. Formo parte de una familia típica de los años 60/70, era normal tener la "parejita", niño y niña. Él iba a un colegio sólo para niños y ella igual (creo que ha sido lo único en lo que ha existido igualdad). A él le tocó el cariño de mis padres por primogénito y por chico, además del reconocimiento de sus conquistas personales y laborales. A mí me tocó la desesperación personal por no entender que lo que hacía siempre era la peor opción y porque nunca recibía las mismas gratificaciones emocionales que mi hermano. Hoy, después de 43 años y con una piel muy curtida por el sol de la vida, he compredido que no se puede mendigar cariño y respeto en tu propia familia, quizás ahora sólo me queda aceptar esa realidad e intentar no repetir las mismas pautas que tan bien me han enseñado. Por desgracia, la nueva familia que he formado sólo está compuesta por un hijo y aunque él no pueda compartir su tiempo y su vida con una hermana, no significa que no reciba por mi parte las enseñanzas necesarias para que si algún forma su propia familia, sus hijas no vivan la misma desolación emocional que su abuela. Esta es mi historia. pero muchas mujeres con las que he hablado. lo han vivido. Actualmente son respetadas mujeres de negocios, empresarias, médicos, ingenieros... pero en la casa en la que han nacido y se han criado, sólo son alguien servicial, sin apenas opinión, obligada a aplaudir las gracias de sus hermanos chicos, pero muy buena conocedora del lado oscuro de su familia y de las desgracias vividas; todo ello acaba por poner de manifiesto su papel de sufridora en casa: "eres mujer y has venido al mundo para sufrir".
Me alegro que compartas tu experiencia, cada granito o montón de arena o que pongamos en esta mundo es un desierto.Retengo "intentar no repetir las mismas pautas que tan bien me han enseñado".
Este tema me toca muy de cerca. Formo parte de una familia típica de los años 60/70, era normal tener la "parejita", niño y niña. Él iba a un colegio sólo para niños y ella igual (creo que ha sido lo único en lo que ha existido igualdad). A él le tocó el cariño de mis padres por primogénito y por chico, además del reconocimiento de sus conquistas personales y laborales. A mí me tocó la desesperación personal por no entender que lo que hacía siempre era la peor opción y porque nunca recibía las mismas gratificaciones emocionales que mi hermano. Hoy, después de 43 años y con una piel muy curtida por el sol de la vida, he compredido que no se puede mendigar cariño y respeto en tu propia familia, quizás ahora sólo me queda aceptar esa realidad e intentar no repetir las mismas pautas que tan bien me han enseñado. Por desgracia, la nueva familia que he formado sólo está compuesta por un hijo y aunque él no pueda compartir su tiempo y su vida con una hermana, no significa que no reciba por mi parte las enseñanzas necesarias para que si algún forma su propia familia, sus hijas no vivan la misma desolación emocional que su abuela. Esta es mi historia. pero muchas mujeres con las que he hablado. lo han vivido. Actualmente son respetadas mujeres de negocios, empresarias, médicos, ingenieros... pero en la casa en la que han nacido y se han criado, sólo son alguien servicial, sin apenas opinión, obligada a aplaudir las gracias de sus hermanos chicos, pero muy buena conocedora del lado oscuro de su familia y de las desgracias vividas; todo ello acaba por poner de manifiesto su papel de sufridora en casa: "eres mujer y has venido al mundo para sufrir".
ResponderEliminarMe alegro que compartas tu experiencia, cada granito o montón de arena o que pongamos en esta mundo es un desierto.Retengo "intentar no repetir las mismas pautas que tan bien me han enseñado".
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